El Mural ARBOLARIO está realizado a partir del conjunto gráfico de dibujos de árbol realizados a petición mía, en mi presencia, con materiales de dibujo que daba a elegir a las personas con las que tenía contacto. El acto de pedir un dibujo se tornó en un acto reiterativo, persistente y obsesivo, que me permitió a lo largo de dos años, tener una colección de “un millar de árboles” que forman parte y representan el inconsciente colectivo.
Los dibujos son directos, únicos, son una “prueba de artista” que atesora los dibujos de árbol realizados por otros. Son un diario de vida en el que constan vivencias, relatos de personas, fechas y lugares. Son registro del tiempo transcurrido durante la realización del Proyecto y son testimonio de mi necesidad de indagar para nutrirme de la imaginería de otras personas.
Durante el proceso fotocopié los dibujos, los clasifiqué, ordené, agrupé para posteriormente mediante la técnica del collage, los pegué a la tela, los intervine y distribuí al modo de un calendario. La obra está rodeada por una guarda tipo “verdure” con los dibujos de personas ligadas al arte, al diseño, a la arquitectura.
Cada dibujo lleva un timbre donde se puede ver su autor, su ocupación, el lugar donde y la fecha donde lo realzó.
El lugar donde se instaló lo convierte en un eslabón que conecta dos mundos: la red de Parques que cruzan la ciudad en la superficie y la red subterránea del Metro que la cruza en el subsuelo.
Eliana Simonetti
CRÍTICA de Carmen Muñoz Hurtado
Cultura. El Mercurio Martes, 6 de abril de 1999.
La muestra «Proyecto Arbolario» de Eliana Simonetti, ha logrado reivindicar uno de los valores más olvidados en la práctica del arte contemporáneo. Esto es, el concebir la intencionalidad estética no tan solo como mero registro del «yo», sino también como una fundamental dimensión colectiva. Esta dimensión cobra fuerza a partir de la representación y apropiación de la iconografía del árbol, en su carácter simbólico y arquetípico.
La creadora evita el desgaste del sentido del signo al hacer convivir sus metáforas particulares del árbol con las metáforas de «otros». Así, en un mural sobre tela recopila y ensambla un millar de dibujos encargados a personas afines a la creación. Entonces, la dimensión individual –tanto en la producción como en la contemplación del objeto artístico- cede ante la mirada plural que compromete a la memoria y al reconocimiento. Esta mirada colectiva es una reacción (quizá involuntaria) frente a la visión fragmentada de la experiencia, heredera ilustre de la estética del collage. Está demás decir que la fragmentación, como recurso discursivo de la plástica, es y sigue siendo un síntoma de la sospechosa condición «postmoderna» , que si existió, negó la imagen totalizante del mundo.
La obra de E. Simonetti no necesita ampararse en el carácter experimental del lenguaje del arte. Hace tiempo ya –paradojalmente- este carácter que buscó «nuevos soportes» y nuevos significantes para lo matérico, ha pasado a ser parte de la tradición estética. Es otra la vitalidad y fortaleza de su trabajo. El «Proyecto Arbolario» se dignifica en la distancia reflexiva que la artista ha tomado del fenómeno de la representación. Al incorporar en su escena a «un otro», su iconografía se aparta de la práctica solitaria de la pintura para acercarse (a modo de metáfora) a la práctica solidaria de la «oralidad».