Artes y Letras. El Mercurio Domingo, 11 de Abril de 1999.
Existen imágenes arquetípicas capaces de despertar sensaciones poéticas. Basta, en su caso, el más rudimentario trazado lineal para evocarlas. Así ocurre con el árbol, sinónimo de sedantes promesas ecológicas en el habitante de la urbe congestionada por la contaminación. Es lo que sabe aprovechar la pintora y escultora Eliana Simonetti, en Galería Isabel Aninat…
Collages con pinturas, dibujos y objetos -naturales y artificiales- nos propone Simonetti. Constituyen polípticos de formas planas y volumétricas, de fisonomía abstracta y figurativa, con signos y cuerpos vegetales reales, con manuscritos y despliegues de textura, con apariencia de graffiti y de muestrario didáctico. Con mucho sentido de los materiales y del color consigue la autora armonizar, unificar lo heterogéneo. Cuanto mas figurativo se muestra el aspecto global de estas odas visuales alrededor de la potencia germinal de la flora arbórea, mejor se calibran sus ingredientes y se produce en ellos la mayor cohesión y delicadeza…
Waldemar Sommer
Artes y Letras. El Mercurio Domingo, 11 de Abril de 1999.
…En suma, una obra reflexiva que va al fondo de la esencia dejando de lado las meras apariencias de fácil comprensión.
…Sin embargo lo que me parece más importante en la obra de Simonetti es la insistencia casi obsesiva del análisis que hace de las formas orgánicas. Elabora una visión que insiste en la búsqueda y sentido de las formas desde su estado de microorganismo y su posterior desarrollo, para luego hacerlas convivir con modelos de representación válidos en la historia de la pintura que escoge al paisaje como el gran actor.
La mayoría de estas obras están realizadas a la manera de mosaico. En una tela de gran formato el espectador puede contemplar la naturaleza, su historia, su estructura primaria y las formas y las formas orgánicas que tanto le interesan y que reitera de diferentes maneras en toda la muestra.
En el subsuelo expone una serie de esculturas que tienen por intención ofrecernos una particular interpretación de los árboles. Árboles que se convierten en símbolos totémicos, vale decir, logra interpretar lo que significa el árbol en la cultura de cada pueblo.
Están realizados en materiales innovadores y directamente asociados con la elección de elementos reconocibles de la naturaleza. Al mismo tiempo, incorpora elementos propios de una sociedad contemporánea. Según el montaje que la propia Eliana Simonetti ha escogido, este conjunto se nos presenta como coloquio de formas significantes.
Gema Swinburn
Revista del Sábado. El Mercurio Sábado, 10 de abril, 1999.
…Es una muestra de gran envergadura: cincuenta técnicas mixtas y diez esculturas ocupan todos los recintos de la galería, a lo que se le agrega un enorme mural colectivo en el frontis, haciendo partícipes a otras personas de sus inquietudes.
De entrada nos topamos con un núcleo sólido en su obra: la figura del árbol. Un verdadero símbolo arquetípico para la humanidad, un portador de amplias interpretaciones y acepciones a lo largo de la historia, un objeto que repleta crónicas, poesías y pinturas en todas las culturas. Pero, ¿qué hace a Arbolario particularmente interesante?
La aglomeración de variadas interpretaciones formales del árbol que al artista le parecen meritorias, y el notable enriquecimiento que logra sumarles con la aplicación de objetos complementarios. El resultado es una tentadora invitación a penetrar las zonas saturadas y espesas que repiten ese ícono y que explotan sus infinitas posibilidades de representación. Ciertas obras nos traen a la memoria los conchales, esas acumulaciones de objetos pertenecientes a una cultura, en los que uno puede encontrar de todo y que, con el paso del tiempo, han vivido un proceso de compresión entre capas y capas de tierra.
Bueno, aquí sucede algo similar, hay algo de ese apoderarse, de recolectar la imagen del árbol, y a veces sus subproductos (aparecen nidos, hojas, huevos, frutas, etc.), de conservarla (como uno cuando guardaba flores entre las páginas de un libro) y de preservarla como reliquia arqueológica, para después presentarla como una suerte de exhibición botánica, pero ahora con un plus: una preocupación estética. Y toda esta verdadera actividad que esconden detrás estos cuadros se basa en el uso informalista de materias pictóricas densas, consistentes, terrosas que dan la sensación de estar en un bosque. Si hasta casi se puede oler esa tierra húmeda que se acumula entre las raíces.
En todo caso la obra de Simonetti es un testimonio general, filosófico, amplio (a diferencia de aquel arte que denuncia, que es contingente a una realidad determinada). Ésta es una muestra sin polémica, sin crítica. Es expresión pura y personal de la autora. Es solo un entramado poético, un determinado proceso intelectual en el que la figura del árbol actúa como el esqueleto que articula su idea de metáfora a la vida.
Daniela Rosenfeld
Cultura. El Mercurio Martes, 6 de abril de 1999.
La muestra «Proyecto Arbolario» de Eliana Simonetti, ha logrado reivindicar uno de los valores más olvidados en la práctica del arte contemporáneo. Esto es, el concebir la intencionalidad estética no tan solo como mero registro del «yo», sino también como una fundamental dimensión colectiva. Esta dimensión cobra fuerza a partir de la representación y apropiación de la iconografía del árbol, en su carácter simbólico y arquetípico.
La creadora evita el desgaste del sentido del signo al hacer convivir sus metáforas particulares del árbol con las metáforas de «otros». Así, en un mural sobre tela recopila y ensambla un millar de dibujos encargados a personas afines a la creación. Entonces, la dimensión individual –tanto en la producción como en la contemplación del objeto artístico- cede ante la mirada plural que compromete a la memoria y al reconocimiento. Esta mirada colectiva es una reacción (quizá involuntaria) frente a la visión fragmentada de la experiencia, heredera ilustre de la estética del collage. Está demás decir que la fragmentación, como recurso discursivo de la plástica, es y sigue siendo un síntoma de la sospechosa condición «postmoderna», que si existió, negó la imagen totalizante del mundo.
La obra de E. Simonetti no necesita ampararse en el carácter experimental del lenguaje del arte. Hace tiempo ya –paradojalmente- este carácter que buscó «nuevos soportes» y nuevos significantes para lo matérico, ha pasado a ser parte de la tradición estética. Es otra la vitalidad y fortaleza de su trabajo. El «Proyecto Arbolario» se dignifica en la distancia reflexiva que la artista ha tomado del fenómeno de la representación. Al incorporar en su escena a «un otro», su iconografía se aparta de la práctica solitaria de la pintura para acercarse (a modo de metáfora) a la práctica solidaria de la «oralidad».
Carmen Muñoz Hurtado